Armas de doble filo
Hace unos días, mientras buscaba un bibliorato azul en el archivo del trabajo, escuchaba, indiscretamente, la charla entre dos compañeras mías:
Pelotuda 1: - "Totalmente... yo me compré uno como el de Susana porque el departamento es muy chiquito... si fuese por mi me compraba un ovejero alemán".
Pelotuda 2: - "Y si, yo cuando vivía en Ezeiza tenía un boxer, pero en San Telmo no da tener uno de esos"
(risas entre ellas)
Pelotuda 1: - "A mi me sensibiliza mucho más un perro que una persona".
Pelotuda 2: - "Tal cual boluda".
Pelotuda 1: - "Mirá, yo si estoy manejando y se me cruza un perro y una persona... prefiero atropellar a la persona... y que el perrito siga con su vida".
(más risas entre ellas)
Pelotuda 2: - "Tal cual, tal cual, a mi me pasa lo mismo".
Agarré el bibliorato y me fui.
Sí, me fui... pensando: "ojala nunca te cruces en una esquina con una pelotuda como vos manejando... porque sos boleta"
Sin embargo, creo que todos podemos participar de una encuesta al respecto:
"Si usted está en la esquina de Corrientes y Uruguay, son las 3.17 de mañana, se encuentra en un estado de ilegalidad psicomotriz inigualable, y se le cruzan estos seres en su camino... ¿a quién decide matar?, ya que no hay escapatoria... alguien... morirá" (y no vale decir: "prefiero morir yo" - porque en URTICULTURA odiamos a los héroes... no así a la heroína)
¿A quién atropellaría usted?
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