La vieja postrada
La anciana acostada mira por la ventana,
piensa en la vida y la muerte.
Ella lo sabe y no se engaña,
ya sabe que son recreaciones de la mente.
Ya no se preocupa por las cosas banales,
de nuestra vida y nuestra muerte,
sino por cuestiones más actuales:
la silenciosa muerte en vida de la mente.
Dicen que el músculo crece con el desgarro,
y así pasa con nuestras vidas.
Pendientes de no perder el carro,
nos olvidamos de las chances perdidas.
La anciana mira por la endija, acostada;
la vida pasa y ella piensa:
la gente loca pasa apurada,
la muerte en la calle y la vida en la pieza.
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