09 noviembre 2006

La evolución

Como en Urticultura somos muy bichos, muy pícaros, muy pero muy inteligentes, hemos decidido demostrarlo. Por lo tanto hoy nos vamos a ocupar del lenguaje, de ese lenguaje que nos envuelve como el celofán a los alfajores artesanales. El lenguaje, ah, el lenguaje. Con nuestra habitual sabiduría hemos reflexionado sobre una serie de expresiones que son, creo, una evidencia de la visita de una raza superior, cuyas habilidades les permite viajar en el tiempo. Si si, ya sé, Ud. está diciendo: “Qué le pasó a ese señor que ya está borracho” o “Está abusando de la lectura de las obras completas del filósofo Fabio Zerpa”, pero no, lo nuestro es pura evidencia empírica. Vamos a las pruebas: viene una señorita caminando, charlando por esos aparatitos llamados celulares (¿Por qué celulares?, ese es tema para otra charla) y la fémina dice: “Me dijo que venga”. Cualquier persona tomaría el comentario a la ligera, señalando quizás, que en esa frase hay una mala construcción sintáctica: ¡qué bruta!, debería haber dicho: “Me dijo que viniera”, porque el tiempo verbal debe coincidir y si dice “dijo”, no es “venga”sino “viniera”, porque el pasado no puede ser presente y no se pueden mezclar impunemente. Pero, como siempre, hay que sospechar de lo evidente. Esa señorita quizás no es sólo una joven con un vocabulario en bancarrota. No. Quizás estemos ante la evidencia de una nueva evolución del género humano. Un eslabón más, un ladrillo genético superior. Un salto cualitativo de la especie: individuos con la capacidad de viajes en el tiempo.
“Me dijo que venga” expresa posiblemente un hecho increíble, una prueba de esa pasmosa habilidad: realmente quizás, es probable, que la señorita haya conjugado en un solo momento pasado y presente, confundiéndolos en un único espacio compartido y la construcción verbal refleja solamente su propia percepción del tiempo alterada por esa capacidad nueva que necesariamente trastoca el lenguaje. “Me dijo que venga” expresa quizás este hecho único, la capacidad de ir y volver a voluntad del pasado al presente, del futuro al pasado, de, bueno, de ahí a ahí.
Así que cuando Ud. vuelva a escuchar “Me dijo que venga” o “Le pidió que la traiga” o “Me pidió que le diga”, no crea que está frente a sujetos cuasi analfabetos. No. Es posible que Ud. sea testigo del nacimiento de una nueva frase de evolución darwiniana. Y cuídese, recuerde que sobrevive el más fuerte.

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