31 enero 2007

Seminario sobre marxismo en... ¿La TV argentina?

Fueron 2 minutos, tan sólo 2 minutos, 2 lamentables minutos. Sin embargo ahí estaba yo, escuchándolas.
Tuve justo yo la mala suerte de tener que oírlas. Muy contento estaba preparando mi bolso vacacionero cuando aparecieron ellas en mi TV. Mi padre, sospecho que ya cerca de la decrepitud, se fanatizó con Gran Hermano 2007 (podríamos subtitularlo:"Venimos para agrandar la cloaca televisiva").
Ustedes dirán: "Si fueron sólo 2 minutos, ¿Por qué tanto espamento?" El problema es que hasta el espíritu más crítico (y no me considero un apocalíptico en el sentido de Eco tampoco) se ve superado en ciertas ocasiones.
Dos chicas desayunaban juntas en la famosa casa del terror (sin comillas) y comentaban sobre algunos sucesos acontecidos dentro de la misma.
Al parecer había algunos "hermanitos" a los que sólo les importaba el dinero, tanto el de afuera de la casa como el que virtualmente les otorgan para armar el presupuesto con el que viven allí.
Ese fue el momento fatídico en el que una de las dos chicas se expresó de la siguiente manera:

_Son todos unos materialistas, ¡En esta casa son todos marxistas! (!)

La otra respondió:

_¿Cómo? Pero, ¿Qué estás diciendo?

Y ojo, a no engañarse, la cara y la entonación más bien expresaban: "Pará loca, a mi no me acuses de nada raro".
Sin embargo, allí se inició una especie de mini debate sobre marxismo... creo.
A continuación, y siendo lo más textual posible, extraeré algunas frases célebres de esta charla que, insisto, sólo duró un par de minutos.

Chica 1: Son todos unos materialistas, ¡En esta casa son todos marxistas!
Chica 2: ¿Cómo? Pero, ¿Qué estás diciendo?
C1:¿Nunca escuchaste hablar del materialismo de Marx? (!)
C2: Creo que sí, me parece que dialéctico se llamaba, pero creo que no era materialismo en ese sentido.
C1: Claro que era en ese sentido, yo una vez estudié todo el marxisismo (sic) relacionado con otros filósofos ¿Vos sabés algo de Marx?
C2: Si, algo estudié en teatro (!!!). Sé que Marx era un revolucionario.
C1: Claro, estuvo en la Revolución Rusa (!!!!!!!!!!!!!). Pero te digo que es así lo del materialismo, yo lo estudié relacionado con la filosofía, asique debe ser así nomás...

Y el Gran Hermano, tal vez avergonzado, se apiadó de mí y cambió de cámara para mostrarme a una chica haciendo gimnasia al lado de la pileta.

27 enero 2007

Zoológico de indígenas

Estaba viendo un folleto turistico que me dieron en la casa de la provincia de Salta. Entre los lugares de interés nombraba una reserva indigena. Automaticamente pensé alegremente: buscan un encuentro e integración de culturas. Movido por la primera impresión, seguí leyendo la descripción del lugar, la cual decía: "Para poder observar cómo desarrollan su vida cotidiana". Esta segunda lectura, no sólo me desilusionó, sino que me hacía recordar a algo, pero no me acordaba a qué. Despues de un rato, me di cuenta. Hacia unas semanas había leído un papel de Temaikén, que decía: "Para poder ver a los animales en su hábitat natural". Ahí es donde vi la relación... ellos hacen su gracia para que nosotros nos sorprendamos de lo graciosos que son.

Termino la reflexión citando a un turista (aclaro que no viajaba en 4x4 sino en un Renault 12), este le decía a su señora esposa frente a un grupo de artesanos indígenas: "Ves, estos hacen algo para ganarse la vida... no como los que van y cortan rutas.

26 enero 2007

Reflexiones de servilletas de papel - Crónica III

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¡ Que levante la mano el que no escucha conversaciones ajenas !
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En el supermercado, en el colectivo, en la cancha… cualquier espacio público es un potencial ámbito para realizar esta práctica tan noble como indiscreta. Sin embargo, hay un lugar que es mi preferido: los bares.
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Me pido un café con leche con una serie no determinada de medialunas de grasa y me preparo. Acomodo la silla, agarro una servilleta, mi birome y levanto la oreja.
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A lo largo de los años he logrado desarrollarme en esta disciplina… porque claro… yo la considero toda una disciplina, tiene un método, una sistematización y justamente lo que yo estoy haciendo hace unos años es crear un corpus teórico para las generaciones venideras… en sí… estoy creando una ciencia social nueva. Yo la llamo Chusmerío Deliberado de Desconocidos… y en el futuro los que se desarrollen en esta práctica la llamarán con mucho cariño la CDD... de sólo pensarlo se me pone la piel de gallina.
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Debo reconocer que esta disciplina por el momento no tiene un fin específico como la economía, la biología o el profesorado de educación física, simplemente uno lo hace para chusmear, para robar ideas, o quizá para darse cuenta que otra gente tiene mejores o peores vidas… nada más. En mi caso suelo utilizarla para tomar esos casos como referencia, casi como datos etnográficos (en este caso utilicé un término antropológico, ya que tal disciplina es una ciencia auxiliar de la CDD) para incluirlos en charlas en las que no tengo nada que decir. Por ejemplo me pasó de participar en una charla entre estudiantes de medicina, en la que me sentía totalmente excluído, entonces interrumpí oportunamente con una de las notas que extraje de uno de mis trabajos de campo:
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“…yo una vez escuché que a un tipo le salió un forúnculo entre el ano y los testículos…”
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Cuestión que de las miles de historias que recopilé, hay varias que merecen ser contadas, al menos comentadas… pero no acá, por su puesto. Un día voy a escribir un libro con todas ellas y cuando lo compres te vas a acordar de lo que estás leyendo ahora… y seguro que vas a pensar:
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- “¡Pero queíjo de puta este pibe… se está llenando de guita con historias ajenas!”
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Pero también vas a estar preocupad@, porque sin darte cuenta vas a empezar a leer y no vas a poder parar… pero no porque el libro sea bueno, sino porque vas a querer fijarte si alguna vez nos cruzamos en un bar, y vos, sin darte cuenta, dijiste algo que me hizo reir, algo que me dejó pensando o simplemente… algo que me haya horrorizado.
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23 enero 2007

Lo básico...

Crónica de Minería y contaminaciones varias.

El debate sobre la contaminación de la industria está de moda. Algunos iluminados dicen "-No hay actividad humana que no contamine", y usan esta sentencia como explicación eficiente de todos y cada uno de los desastres que la depredación humana causó y causará. Pero evitan cuidadosamente explicar que una sociedad de corte capitalista basa su dinámica en el consumo y consumo implica producir objetos y producir objetos genera desechos: si el consumo es el que mueve las ruedas de la economía, entonces, cada vez se producirán más desechos y así hasta el infinito. O no tan lejos.
Esta economía que aparece como racional, está fundada entonces en la utilización intensiva de recursos no renovables y los desperdicios que genera dañan y contaminan otros recursos no renovables. Siendo el consumo el motor de esta sociedad, nada hace prever que esta tendencia cambie.
Los optimistas que nunca faltan, dirán "-La ciencia ya encontrará la solución". Y dicen esto en un momento en que la ciencia es un problema en si misma.
Pero no hace falta ir tan lejos ni hilar demasiado fino. El asunto de la contaminación ahora se refiere a la alteración de las condiciones básicas que aseguran la reproducción de la vida: el agua y el aire. No es fantasía, es por desgracia, una realidad.
En Esquel, charlé largamente con algunas personas involucradas en la lucha contra las iniciativas mineras que, por ejemplo, llenarían de cianuro el agua que la ciudad consume o contaminarían con metales pesados a ríos como El Corcovado. Y lo que señalan es que la lucha no es por la calidad de vida, es por la vida misma. Sin agua para tomar la muerte está a la vuelta de la esquina. La pelea contra la contaminación pisa ahora terreno crítico. Lo que está amenazado no es un hipotético paisaje (aunque sí lo está) sino el soporte básico de la subsistencia como especie.
La lucha contra la contaminación (que a la larga es una lucha contra el sistema que le da origen) es una lucha por sobrevivir.
"No a la mina, sí a la vida" gritan en Esquel. Creo que todos deberíamos comenzar a gritar fuerte y claro, pensando en que todavía hay una oportunidad. Mañana no será tarde, hoy, ya es tarde.

Marcelo Fernández
de la redacción de Urticultura

19 enero 2007

El Bolsón ya no es lo que era....

Crónicas de un grupo de reboludonarios....

No se si los hippies murieron, pero no están en estos días en El Bolsón. Si alguna vez estuvieron e intentaron cambiar el mundo, apenas lograron fundar una feria, regentear campings en el Cajón del Azul o convertirse en empresarios de la fruta fina. Pero ja quedado el vaho revolucionario que camina por las calles. El Bolsón es la capital nacional de la Mochila. todos viene buscando algo de esa mística que supo tener este lugar alguna vez y que ahora no tiene. El resultado: un montón de adolescentes, postadolescentes y viejos como yo, caminando de aquí para allá con la mochila al hombro, esquivando 4 x 4 y comprando provisiones en La Anónima. Algunos nos escapamos a las montañas, que todavía requieren esfuerzo y dolor de patas para alcanzarlas. Otros se refugian en los campings y juegan a la trasgresión tomando vino hasta las 4 de la mañana y escuchando Las Pastillas del Abuelo. Hubo alguna vez un lugar llamado El Bolsón, en donde algunos soñaron con un mundo al menos distinto. No lo lograron y eso, en este lugar llamado El Bolsón, se nota.

Marcelo Fernández
De la redacción de Urticultura

18 enero 2007

No siempre las mascotas son como sus dueños...

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Yo tenía una gata.
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En enero de 2006, hace un año, yo estaba de viaje... en uno de esos días calurosos recibí un mail de mi vieja avisando que una gatita siamesa había aparecido en la terraza... la matriarca del hogar se apiadó de la gatita, y le dio un tarro con leche. Era el inicio de una relación sentimental.
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Tiempo después de ese mail, volví a Buenos Aires y me encontré con el felino. Un animal hermoso, de características refinadas y sutiles, con una displicencia al caminar que nunca había visto en otro animal y un par ojos que se camuflan en el cielo despejado. Hermosa.
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Hacía más de un mes que estaba en casa y mi vieja la llamaba: “gato... gatoooo... chchch...gato... gato vení”
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La gata ni la miraba. Entonces me di cuenta cual era el motivo: necesitaba un nombre. Pero uno importante... no la podía llamar Piqui, Mishy, o una forrada semejante... era una gata siamesa.
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La llamé Carolina de Mónaco. Mi vieja lo aprobó. La risa de mi hermano hizo lo mismo. Y la sorpresa de todos los visitantes no hacían más que enorgullecer el nombre de mi gata.
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Pero ayer sucumbió la realidad. O mejor dicho, sucumbió una fantasía que parecía real.
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A todo esto.. durante todo este año yo no hacía más que franelear a mi gatita de la nobleza más noble del noblísimo continente.
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Pero como decía, la realidad nos atropelló.
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Mi madre, no se porque mierda, decidió que después de un año de vivir en casa teníamos que “llevar a la gatita al veterinario por si tiene algo... en definitiva es callejera”... mi vieja después de un año de dormir con la gata, alimentarla, bañarla, y demases, pensó que ya era hora de cuidar de su salud.
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Le pidió una jaula a mi tío el veterinario y la llevó.
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...mmm...
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A las dos horas escucho que entró a casa y me gritó: “¡¡¡negrooooo.... veníiii!!!”
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Corriendo bajé de la terraza e imaginé lo peor... y me di cuenta que tengo poquísima imaginación:
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-¡Es macho!- me gritó mientras bajaba por la escalera.
-¿qué?
- Carolina de Mónaco es un macho castrado.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!
- Siii.. me lo dijo el tío...
- Pero capaz se equivocó... no puede seeeeeer...
- Si Negro... Carolina de Mónaco es un macho... no lo puedo creer.
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Mi realidad colapsó.
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Mi relación con mi gato ahora es extraña... todavía me cuesta aceptar que ya no tengo una gata machona, sino que ahora tengo gatito refinado, afrancesado y sin nombre.
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Hoy cuando me desperté y vi al gato transexual en mi cama me dio un poco de cosa... es complicado... sentí por un momento lo que debió haber sentido el papá de Florencia de la V.
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16 enero 2007

Juro que no he muerto

No te preocupes, yo me conozco...
Esa era mi respuesta cada vez que me preguntaban si no era riesgoso abandonar los controles de glucemia.
En cierto modo era verdad, porque si bien sentía que las cosas no iban tan mal, no verlas reflejadas en números hacía que se alejen de mí las culpas ocasionadas por una vida licenciosa.
Llegó el domingo, y con el domingo... la intoxicación. El resto, todo muy rápido: médico-guardia-internación-Unidad de Cuidados Intensivos (UCI para los amigos y para la bata floreada que me pusieron).
Cuando llegué a la UCI (en silla de ruedas y con mi primer suero a cuestas) fui recibido por tres cincuentonas vestidas de enfermeras... eran las enfermeras. A modo de bienvenida me dijeron:

_¡Qué jovencito! - dijo una.
_Pensábamos que nos mandaban a un viejo. - expresó otra.
_Tan chiquito y con cetoacidosis... - me recordó el diagnóstico la tercera.

En mi sector de la UCI no había ningún otro enfermo, desde mi cama podía ver otras cuatro y, a mi izquierda, la entrada a la unidad a través de una pared vidriada que me hacía sentir como un pez en su pecera (pero sin Juan Luis Guerra).
No mucho más tarde se presentaron ante mí las dulces manos que más tarde recorrerían mi cuerpo para higienizarme por completo (cabe mencionar que a esa altura ya tenía suero en ambos brazos)...

_Buenas noches, me llamo Renato. - se presentó tímidamente.

Acto seguido sonó en el ambiente el tema "Bombón asesino", de Los Palmeras. Evidentemente era su celular.
Pensé en increparlo, porque a mí no me dejaron quedarme con mi teléfono, pero sólo le comenté que prefería ese ringtone al del médico de guardia, a quien a cada momento Sergio Denis le avisaba de algún llamado.
Más tarde comenzaron a llegar algunos compañeritos de sala. Primero lo hizo un señor mayor al que cada cinco minutos lo despertaban para preguntarle:

_¡Antonio! ¿Me escucha Antonio? ¿Cómo es su nombre?

En ese momento, tanto el pobre Antonio con su Alzheimer como yo, acertábamos al responder:

_Antonio...

El problema es que en seguida aumentaban el nivel de dificultad:

_¡Antonio! ¿Cómo es tu apellido?

Claro, pobre Antonio, no le tiran un centro...
Bien temprano, en la mañana siguiente, llegó otro convaleciente llamado Marcelo con su inigualable capacidad de ronquido, la cual se veía reforzada por lo que el mismo le definió al médico como un estado de "soñoliencia".
Mientras tanto yo estaba ahí, inmóvil, inevitablemente solo en el momento en que uno evita estar solo, o sea, en el momento en el que hay que hacer una autocrítica... una fuerte autocrítica.
Pasé todo un día más en ese sector de la clínica, y la mañana siguiente a ese día también.
Las dos mañanas que viví en la UCI fui visitado por un anciano sacerdote que llevaba un delantal sobre la sotana, y la estola sobre el delantal.
Su recorrido comenzaba por el lecho del pobre Antonio, quien en su inconsciencia ha tenido que soportar cada vez una nueva unción de los enfermos (se ve que el curita no le tenía fe).
Luego, como Marcelo dormía, venía a verme a mí. Decidió comenzar con una pregunta comprometedora:

_Buenos días hijo... ¿Eres católico?

Podría haber optado por una respuesta polémica, pero teniendo en cuenta que la clínica es propiedad de una congregación religiosa, y que yo no estaba en condiciones de ser echado, dije que sí.
Luego de una breve oración se despedía.
La segunda noche me cambiaron de enfermero. Esta vez, y más allá del buen trato que me brindó mi nuevo cuidador, decidí rechazar la oferta del baño, ya que el hombre medía como 2 mts., pesaba unos 120 kgs. y era macizo como pocos (sin mencionar algunas cicatrices en su cara). En definitiva, era la conjunción perfecta entre el neocelandés Lomu y Chilavert.
Finalmente, me trasladaron a una habitación común. En el momento de despedirme de la UCI, el jefe de los enfermeros me saludó tan amablemente como pudo:

_Tu caso es increíble. La verdad que en todos mis años de experiencia sos la persona más joven que atendí con cetoacidosis.
_Je, fue un placer y un orgullo. - le respondí antes de ser trasladado en camilla.

Desde que ingresé a la clínica he notado que la mayoría de quienes tratan conmigo tienen una imagen mía de delincuente, o drogadicto, o mala persona... al menos más de lo que lo soy. Nadie parece creerme nada de lo que digo, sin ir más lejos nadie pensaba que mi intoxicación podría haber sido con comida. El que más lejos llegó fue un camillero:

_ Fue con pastillas, ¿No?

En este momento, sin sueros (sueros, no Sueiros), pero hinchado como el Diego pre-cuasi-muerte, se supone que estoy iniciando una nueva vida. Más controlado, sin excesos, sin cigarrillo, con dieta, pero... ustedes saben...

¡YO ME CONOZCO!

11 enero 2007

Reflexiones de servilletas de papel - Crónica II

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Muchos creen que las servilletas de papel fueron inventadas por cuestiones comerciales o por necesidades del mercado... y como sabemos, a todos nos gusta dar nuestras hipótesis sobre su surgimiento y desarrollo, que previo a un riguroso análisis de construcción del método, voy a publicarles:
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- ... las servilletas de papel se inventaron para abaratar los costos de producción que insumía la tela... ¿entendés?... - me explicó el dueño de un bar
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- ... creo que para no gastar tanto en la lavandería... - arriesgó un mozo dubitativo
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- ... como son descartables, es la forma de retroalimentar el mercado en forma practicamente ilimitada... - aseguró un estudiante de marketing de una universidad sumamente costosa
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Pero en verdad esas explicaciones nunca me cerraron. No... definitivamente tenía que haber algo más... algo oculto... mmm... no se... otra explicación.
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Un día, casi sin querer, me di cuenta:
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- "¡¡¡ CLAROOOOOO!!!" - Exclamé feliz de haber descubierto semejante enigma.
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Me di cuenta que las servilletas de papel de los bares fueron creadas a pedido de algún enamorado o de algún artista... no se... supongo que un poeta o un dibujante.
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- "¡¡¡ CLAROOOOOO!!!" - Volví a decirme.
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¿Cuántos sonetos, cuántos cuadros, cuántos planos, cuántos secretos, cuántos sueños habrán tenido su génesis en una servilleta de papel?
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¿Cuántas cartas de amor, cuántos diseños, cuántas novelas habrán surgido de adictos a "un cortado con dos medialunas por favor" o a "un doble, Tito" o incluso a "una cerveza con picada para tres"?
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- "¡¡¡ CLAROOOOOOOOO!!!" - No podía dejar de felicitarme.
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¿Cuántas reflexiones superfluas habrán sido producidas en servilletas de papel que se acumulan en lo más profundo de mi cajón?
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04 enero 2007

Sensaciones Publicitadas o la violencia del signo...

Este es el hitazo del verano....

Hace rato que la publicidad ha dejado de vender Productos para vender Sensaciones. No se compra la cerveza para refrescarse sino para pertenecer al Partido de la Costa, no se compra un celular para comunicarse sino para olvidarse de la música molesta y pegadiza del verano, no se compra pan para comer sino para que el osito insulso lleve su camión a todas las mesas, no se compra papel higiénico para limpiarse el tujes, sino para que el perrito simpático nos haga olvidar de la naturaleza cuasi abyecta del acto de defecación. Y el consumidor, consume sensaciones: si no fuese así, le daría lo mismo un papel higiénico que otro, una cerveza que otra, un celular que otro, pero no es así. La rueda del consumo se mueve si y solo si los productos tienen como cualidad la obsolescencia, la futilidad, están muertos antes de nacer, son pergeñados como fetiches perecederos destinados a un paso fugaz por el mundo. No sirven para el propósito que falazmente anuncia su etiqueta, sino para proporcionar la sensación correcta: pertenezco, soy parte, puedo llevar este símbolo en mi frente, en el pecho, en el baño.
Pero nada hay más triste que un producto fuera de la góndola, alejado de su marco de significaciones, en nuestras manos. Sus cualidades mágicas desaparecen y es un aburrido objeto, un cachivache que no puede ser mostrado como amuleto de triunfo: si n la presencia del otro que resignifica su prestigio, sin esa mirada legitimadora, el objeto es repougnante, porque además, es una evidencia de que su valor depende de la manada, de la tribu. Y esa es otra cualidad de los objetos triviales, requieren la anuencia de la opinión pública, porque el prestigio se obtiene, quién lo duda, contraponiendo el objeto nuevo con otros objetos que rápidamente se convierten en "viejos".
Ésto, es nada más ni nada menos que violencia. Una violencia subrepticia que se aloja en los pliegues de la sociedad y la determina. Una violencia de objetos que cosifican a los "dueños" temporales.
Una publicidad reciente contenía sólo la palabra "Dueño" y las imágenes que la ilustraban ofrecían a los ojos la figura de un sujeto satisfecho, orondo, orgulloso: lo estaba, por fin desde una posición subalterna había alcanzado la panacea de la propiedad privada. No podía más que estar contento. Al menos, por un momento.

Marcelo Fernández
De la redacción de Urtitultura

03 enero 2007

Niños y Enanos

Mire Ud. al nene....

El nene que ahora tiene un título, que tiene padres pobres, o mas o menos pobres (pero con dignidad), el nene que ahora puede seleccionar el vino para cada comida, que jugó en la mera tierra y vendió botellas, lavó copas, fue cadete o incluso, obrero, ese mismo nene, ahora dice, con sorna y suficiencia: "los piqueteros son unos negros de mierda, aprendan a mi que estudié y soy alguien en la vida".
Maravilas de la naturaleza, confundir niños con enanos....

Marcelo Fernández
De la redacción de Urticultura....