01 marzo 2007

Los que dejaron de ver...

Las dimensiones del Horror


Tengo la oportunidad de vivir con algunos extranjeros: turistas, estudiantes, trotamundos. Uno de ellos, Miguel, español y mexicano a la vez, me preguntó sobre la última dictadura militar. Todo el mundo hablaba de la Dictadura pero él no terminaba de entender. Quería que le contara.
Entonces, buscando el mejor modo de explicar todo lo que pasó desde el ´76 hasta el 84, comenzé por prestarle mi baqueteado libro Nunca Más.
Pese a que tengo mis reparos con ese libro (el Nunca Más, legitimó por ejemplo, la Teoría de los Dos Demonios, Sábato no tuvo una actuación tan clara durante la Dictadura, etc., Magdalena Ruíz Guiñazú está en las mismas condiciones, etc.) pensé que podía ser un primer acercamiento.
En mi caso y creo que es el de muchos, de tanto hablar de la Dictadura a veces perdemos de vista la enorme, sádica y calculada crueldad de los torturadores.
Miguel comenzó a leer el libro y a los dos días me dijo, textualmente:
“-Escúchame cabrón, no puedo leer este libro de noche: me levanté en el medio de una pesadilla, soñando que unos cabrones me habían encapuchado y me arrancaban de la cama”
Le contesté:
“-Tenés pesadillas por leerlo, imaginate lo que fue vivirlo”
Entonces, Miguel preguntó algo que todavía no puedo responder:
“-Si son unos hijos de putas los cabrones, ¿ porqué siguen estando en el Gobierno todos los cabrones que se callaron durante esa época, porque los cabrones periodistas que defendieron a esos pinches cabrones siguen en la televisión y la radio, porqué esos cabrones hijos de puta están todavía libres?”
No tenía respuestas, o tenía muchas, pero ninguna respuesta podía contener la bronca que Miguel sentía en ese momento.
Ensayé contarle cómo se dieron las cosas, cómo siguieron y cómo estamos ahora. Pero mis explicaciones sonaron laxas, inútiles. En realidad, toda la crueldad sistemática desplegada por la Dictadura y toda la indiferencia de los que asintieron en silencio y todos los que asentimos por omisión, no se puede explicar.
“-¡Porque son unos pinches cabrones esos cabrones, no pueden andar por ahí saliendo a comer tacos o bebiendo tequila, tienen que estar presos esos cabrones!!!”
Si Miguel, tienen que estar presos. No tenemos que olvidar ni perdonar, porque lo que hicieron no debe perdonarse y olvidarse.
Porque ahora que los que siempre buscan excusas ya no las tienen, dado que las pruebas del genocidio están por todas partes, en semejante situación, no se puede explicar que la gente, el “pueblo” permanezca indiferente y cuestione si la Dictadura Militar debe ser estudiada como tema en la escuela.
No se puede explicar que haya gente que sostenga “Hay que escuchar las dos campanas”. No es posible entender que haya “opinión pública” que critique diciendo “no hay que crear resentimientos” o transforme en parte de sus propósitos políticos “olvidar el pasado”.
No.
No porque esa bronca que Miguel tiene es profundamente humana, y habla de la verdadera dignidad humana asaltada y lastimada (no la dignidad de la Protocomuna de Caballito o la indignación clase media).
No es posible olvidarse, no es posible perdonar. Porque los monstruos acechan detrás de esos cascos azules que vigilan detrás de las vallas.
Marcelo Daniel Fernández
de la redacción de Urticultura

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