19 julio 2006

Confusiones

Confundir el lugar en el que uno vive con otro, no es como parece, algo tan fuera de lo común. Basta que el señor en cuestión ingiera una cantidad considerable de alguna bebida espirituosa y verá con qué velocidad desaparecen las referencias espacio-temporales y termina durmiendo la curda en cualquier vereda. Pero, adviértase que para que la confusión comience debe el sujeto en cuestión, mandarse un par de litros a bodega.
Otro motivo de confusión es un golpe en la cabeza dado por manos anónimas, no tan anónimas o accidente causado por la propia incapacidad de enjuagarse la mugre en la ducha manteniendo la vertical.
Pero señores, vivimos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y ya se sabe, aquí las reglas de la física son vulneradas con alevosa frecuencia.
Según una
encuesta publicada la semana pasada por el diario de la cornetita, la mayoría de los porteños cree vivir en otro país: uno que ya no existe o uno que no existió jamás. Un país imaginario hogar de una raza de privilegiados llamada Clase Media, donde los estudiantes universitarios son mayoría y los inmigrantes son todos, pero todos, bolivianos. Pero, para disgusto de los intelectuales, de la ciencia en general y en particular los autores de la encuesta, debo decirles ¡Uds. No han descubierto nada! ¡A lo sumo apenas asomaron el hocico a un fenómeno viejo como el Virreinato del Río de la Plata!
Sí señores, los habitantes de la Ex Capital Federal siempre han creído vivir en otro país, es más, siempre han creído que son Él País, y que el resto del territorio, llamado con desdén, el “Interior” apenas existe como un fantasma molesto, como un primo lejano que viene a traer una carta de la tía Urbina.
Sin mayores objeciones, creen vivir en una capital europea medio francesa, medio suiza, medio inglesa, medio española, medio italiana, y apenas les interesa el minúsculo detalle que informa que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es una ciudad ubicada en el Continente Americano, para más datos al sur, justo donde el mapamundi comienza a mezquinar tierra, en un país llamado Argentina. Destacan la arquitectura, la “cultura”, los teatros, el tango (que viene de París, no de Brasil, ¡qué se ha creído Usted!), el aspecto “europeo” de las personas que deambulan por las veredas. Dicen pertenecer a la “gente decente”, y se esfuerzan por combinar las medias con el pañuelo, aunque no les alcance el metálico para llegar a mitad del mes.
Todo lo que tienen, todo lo que son, todo lo que serán, su manera de ver el mundo, proviene de Europa, o a lo sumo, de Estados Unidos.
De Latinoamérica conservan un recuerdo que de vez en cuando se agita en su interior cuando suena una canción exótica. Actúan como náufragos obligados a permanecer en una tierra extraña, aceptando con desdén las atenciones que creen suyas por derecho, mirando de reojo a todo aquel que no tenga la suerte de ser un ciudadano europeo en el exilio como ellos.
Señores investigadores, ustedes no han hecho más que precisar una parte de la verdad tan extendida y sabida, en la ciudad de Buenos Aires, nadie sabe donde está parado, y lo que es peor, todos creen estar parados en otra porción de tierra diferente a la que los sostiene y alimenta. Y debido a esa confusión inicial, todo el resto de asunto viene mal parido.
Ciudadanos, desde éste sitio, bien europeo y civilizado, señalamos y denunciamos el error. Y a los señores investigadores sugerimos, es mejor buscar una cura contra la alopecia, la mal llamada calvicie masculina y no perder el tiempo con gente que confunde el Obelisco con la Torre Eiffel.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno lo unico que puedo decir... es que odio al Sr. Ardilla....


No more... al esto felizzzzzzzzzz díaaaaaaa del amigo!! en especial para Marce (tengo que dar final =( soy muy loser)


besototes!!!

los kiere... belu

Anónimo dijo...

En primer lugar no soy "Sr"... soy Doctor, o Doc o Dr.

En segundo lugar odio a los kirchneristas que todo lo escriben con K... el General nunca lo permitiría... nunca.

En tercer lugar... odiar al Dr. Ardilla no es más que una moda impuesta por los medios... hoy... ser revolucionario es querer al Dr. Ardilla... o sea... a mi.

Con odio peronista...

Anónimo dijo...

Gracias por el saludo, en nombre mio y de Marcelo Bonelli, a quien esta generosa dama le ha mandado saludos supongo puesto que es el único Marcelo que conozco. Para dar el final sólo tienes que buscar el Poder interior. Fuerza!

Anónimo dijo...

para que sirve el obelisco?

Anónimo dijo...

Para mi el Obelisco es una fuente inagotable de energía y por eso hay dos en nuestro país: uno en Buenos Aires y otro en la capital... Washington

Anónimo dijo...

El obelisco es un símbolo, irrespetuoso. No entendes nada pibe. No podés faltarle el respeto a un monumento como ese, que está emplazado en el lugar donde por primera vez se izó la bandera. En la luna hay uno igual en el lugar en el que Louis Armstrong puso la tricolor de las estrellas y bastones, al tiempo que tocaba la trompeta.

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