23 enero 2007

Lo básico...

Crónica de Minería y contaminaciones varias.

El debate sobre la contaminación de la industria está de moda. Algunos iluminados dicen "-No hay actividad humana que no contamine", y usan esta sentencia como explicación eficiente de todos y cada uno de los desastres que la depredación humana causó y causará. Pero evitan cuidadosamente explicar que una sociedad de corte capitalista basa su dinámica en el consumo y consumo implica producir objetos y producir objetos genera desechos: si el consumo es el que mueve las ruedas de la economía, entonces, cada vez se producirán más desechos y así hasta el infinito. O no tan lejos.
Esta economía que aparece como racional, está fundada entonces en la utilización intensiva de recursos no renovables y los desperdicios que genera dañan y contaminan otros recursos no renovables. Siendo el consumo el motor de esta sociedad, nada hace prever que esta tendencia cambie.
Los optimistas que nunca faltan, dirán "-La ciencia ya encontrará la solución". Y dicen esto en un momento en que la ciencia es un problema en si misma.
Pero no hace falta ir tan lejos ni hilar demasiado fino. El asunto de la contaminación ahora se refiere a la alteración de las condiciones básicas que aseguran la reproducción de la vida: el agua y el aire. No es fantasía, es por desgracia, una realidad.
En Esquel, charlé largamente con algunas personas involucradas en la lucha contra las iniciativas mineras que, por ejemplo, llenarían de cianuro el agua que la ciudad consume o contaminarían con metales pesados a ríos como El Corcovado. Y lo que señalan es que la lucha no es por la calidad de vida, es por la vida misma. Sin agua para tomar la muerte está a la vuelta de la esquina. La pelea contra la contaminación pisa ahora terreno crítico. Lo que está amenazado no es un hipotético paisaje (aunque sí lo está) sino el soporte básico de la subsistencia como especie.
La lucha contra la contaminación (que a la larga es una lucha contra el sistema que le da origen) es una lucha por sobrevivir.
"No a la mina, sí a la vida" gritan en Esquel. Creo que todos deberíamos comenzar a gritar fuerte y claro, pensando en que todavía hay una oportunidad. Mañana no será tarde, hoy, ya es tarde.

Marcelo Fernández
de la redacción de Urticultura

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