13 marzo 2007

Es un mundo perfecto y lo sigue siendo...

Camino al Mundo Felíz

“¡Oh qué maravilla!
¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!
¡Cuán bella es la humanidad!
¡Oh mundo feliz,
en el que vive gente así!”

“La Tempestad”, Acto V, William Shakespeare

Este párrafo de la obra de Shakespeare que da título al libro Un mundo Feliz de Aldous Huxley es digno de análisis. Probablemente Huxley pensó en la ironía que contiene esta frase cuando creo ese mundo espantoso en donde la genética y el soma mantienen la armonía: la genética fabrica sujetos a medida de cada trabajo y el soma, una droga legal, permite calmar la inquietud y la angustia. En este mundo “perfecto” no se conoce la vejez ni la enfermedad, la regla es la juventud y la distracción permanente. El dolor no es aceptable y todo está diseñado para evitarlo, una y otra vez.
También el párrafo del discurso de Miranda en “La Tempestad” sirve para pensar nuestra sociedad y la sociedad durante la dictadura militar:
El discurso de propaganda preferido de la Dictadura era: ahora las cosas están bien, dado que antes, estaban mal. Antes había caos y desgobierno y ahora, con nosotros en el poder, nada de esto ocurre. Ahora podemos circular por las calles, en las aulas no hay doctrinas extrañas al ser nacional y los símbolos patrios son respetados. Ganamos el Mundial de Fútbol, no hay mendigos en las veredas, y la gente decente puede circular sin inconvenientes: si no te metiste en nada y no te metés nadie te va a molestar. El mundo anterior a nosotros, plagado de políticos y sindicalistas era un espanto, ahora todo está en orden:
“¡Oh qué maravilla!
¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!...”
Se viaja a Miami y se compra por dos, florecen los espectáculos de revista y Palito Ortega filma “Dos locos del Aire” y luego “Brigada en Acción” y canta suelto de cuerpo:
“Soy capitán, tengo alma de navegante, mi bandera va delante y mi corazón detrás”
O:
“La gente en la calle parece más buena, todo es diferente gracias al amor, la felicidad, jajajaja…”
“Oh mundo felíz.en el que vive gente así”, dice Miranda y mira al público con cara de asombro.
Curioso mundo que era un infierno en movimiento, un Hades que consumía cuerpos y los lanzaba al río desde un helicóptero.
¿Y ahora?
Y ahora tampoco el dolor es aceptable, hay que asumirlo, superarlo o elaborarlo, nadie tiene derecho a ser viejo, porque la vejez estorba. Si la angustia por la existencia se vuelve insoportable, siempre queda el shopping, el alcohol o las drogas. Si el cuerpo muestra señales de deterioro, basta con usar cirugía y las cosas volverán a su lugar, al menos por un tiempo.
Queda el asunto de los piqueteros, los cartoneros o esos nostálgicos que quieren reclamar derechos sociales, pero para eso, existe la policía:
“¡Oh qué maravilla!
¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!
¡Cuán bella es la humanidad!
¡Oh mundo feliz,
en el que vive gente así!”
Esos seres inmundos que muestran su pobreza a la luz del sol, con sus carros repletos de basura, durmiendo en los zaguanes de los edificios, que piden limosna en los trenes o venden tarjetitas en el colectivo, que cortan la calle y no dejan que circule en mi vehículo. Yo, que soy gente decente, que quiero vivir en un Mundo Felíz…
“-¡Habráse visto tamaña indecencia!
En el tiempo de los militares, esto no se veía…”

Marcelo Daniel Fernández
De la redacción de Urticultura

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este paralelismo entre "Un mundo feliz" y los estados de ánimo de nuestra sociedad me hizo recordar también a otro librito en el cual el control estatal y la ideología del "todos son sospechosos" (que fomentaba la denuncia entre ciudadanos):

Fahrenheit 451

Nadie piense... nadie hable... nadie exista.

Todos sospechosos... todos denuncien... todos son nadie.

Marcelo Fernández dijo...

Todos son nadie. Si, de verdad, todos los libros quemados, como en ese lugar tremendo que fue Argentina desde el 76 hasta el 84, ¿ya habrà terminado todo eso? A veces pienso que no...