28 marzo 2007

Oscuridad


Una ciudad que nunca duerme. Un hombre que tampoco. Un apagón.

Salgo a recorrer las calles oscuras. Las quejas ya se quedaron sin voz, y las fogatas sin combustible.

Camino y no se hacia dónde. Mi radio se encapricha y sintoniza un canto gregoriano que suena mágico en ese momento.

Mientras pienso en lo bueno de no ir más a misa, me dejo llevar por esas calles negras. Voy nadando entre las sombras, disfruto de su silencio y sus fantasmas, porque cada uno elige qué fantasmas ver.

Llego al parque y me encuentro con ella. Le doy la mano y paseamos.

En el camino de los tilos recuerdo su paz y le acaricio el rostro, en los juegos me dejo hamacar por sus brazos de hierro y seda.

Me recuerda que mi padre está solo y me despide. Seca mis lágrimas y me despide con un hasta luego.

Yo regreso llorando pero riendo, porque la ciudad se durmió, y yo estaba ahí para disfrutarla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un error dejar de ir a misa...

fijate, ahora navegás por las sombras...

La iglesia católica, desde niños nos enseña con la parábola del hijo, hijo de puta, que le hacen más fiesta a él que a su hermano bueno.

Qué significa esto: andá a misa, hacé lo que se te cante, y después arrepentite y te ganás el cielo!
no vas a misa: vas al infierno...

Fijate: Videla iba a misa, como así cada uno de nuestros presidentes...
Los capos de la guerra de Malvinas eran bendecidos por la cúpula miseril: todos volvieron intactos.

quiénes cagaron? los soldaditos... seguro que ellos no iban a misa, iban al frente...