Reflexiones de servilletas de papel - Crónica IV
Desde la mesa que hace las veces de refugio de la violencia que hay afuera, miro.
La esquina de Thompson y Bonifacio siempre me gustó.
Siempre… o casi siempre que miro desde acá me gusta lo que veo… aunque seguramente se deba a que no pasa mucha gente.
Hace unos sábados me encontraba allí, eran las 8.30 de la mañana y estaba leyendo un texto sumamente confuso. También me acompañaba un tostado y un café con leche… esta vez, mi cigarrillo debió esperar.
Y en ese tranquilo contexto vi lo siniestro… vi la violencia… vi la desigualdad materializada en un cartón.
Era una enorme caja de cartón que estaba parada en esa esquina… lo que hace unos años era basura, hoy es un material terriblemente preciado. Esa enorme caja en su cara lateral rezaba:
LG // XD // Plasma TV 42”
Esta secuencia de letras y números escondía otrora en su interior una tele gigante. Para dimensionar: un adulto grande tranquilamente podría ingresar en su interior… en lo que a mi respecta, entraría muy cómodo.
Unas horas después un muchacho de unos 13 o 14 años que no debía superar los 40 kilos de peso la vio y se emocionó por lo que significaba ese armatoste… unos centavos más en sus bolsillos al final del día. Comenzó a buscar la forma de poner la caja integra en su pequeño carro, pero obviamente no entraba. Dejó la caja en el piso, la miró y comenzó a aplastarla. En ese momento ocurrió algo inesperado. Llegó un joven, más grandote, más fuerte y con un carro tirado por un enclenque caballo. Al ver al muchacho con su tesoro lo intimidó, le sacó la caja y comenzaron a forcejear. El joven agredió muy violentamente al muchacho, mientras unos niños arriba del carro tirado a caballo reían, gritaban y volvían a reír.
La escena culminó con el repiqueteo del caballo en el empedrado de Thompson, y la enorme caja casi intacta sirviendo de asiento de los risueños niños.
El muchacho quedó en el cordón de la misma vereda que hacía unos minutos lo había hecho tan feliz. Se agarraba la cabeza y la movía para ambos lados. Unos instantes después se paró, tomó tu carro y se fue por Bonifacio… nuevamente en busca de su cartón… de su pan.
Una triste escena que duró sólo 1 o 2 minutos. Una triste escena que me dejó pasmado.
Sin embargo, seguramente el flamante dueño del flamante plasma 42” mire su súper tele y sienta que en mayor o menos medida “el país está mucho mejor… yo se… faltan cosas… pero estamos muchísimo mejor que hace unos años”.
Frase tan común y que he escuchado tanto en los últimos meses en nuestro país.
YO ESTOY MEJOR => TODOS ESTAMOS MEJOR
Lógica común de los últimos siglos en nuestro país.
Cuando estaba asimilando lo que había terminado de ver, crucé involuntariamente la mirada con una mujer:- “antes los pobres se peleaban por las migajas… hoy ni siquiera… se pelean por la basura… aaaaay Dios… vivimos en una nueva fantasía… no aprendemos más” – me dijo.
Sabia reflexión de esa señora que debió haber nacido en la época en la que la UCR daba sus primeros pasos.
La esquina de Thompson y Bonifacio siempre me gustó.
Siempre… o casi siempre que miro desde acá me gusta lo que veo… aunque seguramente se deba a que no pasa mucha gente.
Hace unos sábados me encontraba allí, eran las 8.30 de la mañana y estaba leyendo un texto sumamente confuso. También me acompañaba un tostado y un café con leche… esta vez, mi cigarrillo debió esperar.
Y en ese tranquilo contexto vi lo siniestro… vi la violencia… vi la desigualdad materializada en un cartón.
Era una enorme caja de cartón que estaba parada en esa esquina… lo que hace unos años era basura, hoy es un material terriblemente preciado. Esa enorme caja en su cara lateral rezaba:
LG // XD // Plasma TV 42”
Esta secuencia de letras y números escondía otrora en su interior una tele gigante. Para dimensionar: un adulto grande tranquilamente podría ingresar en su interior… en lo que a mi respecta, entraría muy cómodo.
Unas horas después un muchacho de unos 13 o 14 años que no debía superar los 40 kilos de peso la vio y se emocionó por lo que significaba ese armatoste… unos centavos más en sus bolsillos al final del día. Comenzó a buscar la forma de poner la caja integra en su pequeño carro, pero obviamente no entraba. Dejó la caja en el piso, la miró y comenzó a aplastarla. En ese momento ocurrió algo inesperado. Llegó un joven, más grandote, más fuerte y con un carro tirado por un enclenque caballo. Al ver al muchacho con su tesoro lo intimidó, le sacó la caja y comenzaron a forcejear. El joven agredió muy violentamente al muchacho, mientras unos niños arriba del carro tirado a caballo reían, gritaban y volvían a reír.
La escena culminó con el repiqueteo del caballo en el empedrado de Thompson, y la enorme caja casi intacta sirviendo de asiento de los risueños niños.
El muchacho quedó en el cordón de la misma vereda que hacía unos minutos lo había hecho tan feliz. Se agarraba la cabeza y la movía para ambos lados. Unos instantes después se paró, tomó tu carro y se fue por Bonifacio… nuevamente en busca de su cartón… de su pan.
Una triste escena que duró sólo 1 o 2 minutos. Una triste escena que me dejó pasmado.
Sin embargo, seguramente el flamante dueño del flamante plasma 42” mire su súper tele y sienta que en mayor o menos medida “el país está mucho mejor… yo se… faltan cosas… pero estamos muchísimo mejor que hace unos años”.
Frase tan común y que he escuchado tanto en los últimos meses en nuestro país.
YO ESTOY MEJOR => TODOS ESTAMOS MEJOR
Lógica común de los últimos siglos en nuestro país.
Cuando estaba asimilando lo que había terminado de ver, crucé involuntariamente la mirada con una mujer:- “antes los pobres se peleaban por las migajas… hoy ni siquiera… se pelean por la basura… aaaaay Dios… vivimos en una nueva fantasía… no aprendemos más” – me dijo.
Sabia reflexión de esa señora que debió haber nacido en la época en la que la UCR daba sus primeros pasos.
2 comentarios:
Esas cosas que nos muestra la ciudad: el noble hombre de barba gris que duerme en un colchón frente al Standard Bank. Pero el espejo de la propaganda no lo muestra. No lo muestra, no lo vemos, y cuando se tapa la cara para por fin aparecer, estorba.
Marcelo Fernández
Este es mi pequeño aporte en poesia
Insufribles hipócritas
en la feria
de las vanidades
para ser parte de los
top ten.
Embalsamada
esta la tortura
en los rostros de
un pasado macilento.
Cuerpos amortiguados
por los temblores
de la propia historia
los sin nombre resisten
hasta perecer.
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