16 enero 2007

Juro que no he muerto

No te preocupes, yo me conozco...
Esa era mi respuesta cada vez que me preguntaban si no era riesgoso abandonar los controles de glucemia.
En cierto modo era verdad, porque si bien sentía que las cosas no iban tan mal, no verlas reflejadas en números hacía que se alejen de mí las culpas ocasionadas por una vida licenciosa.
Llegó el domingo, y con el domingo... la intoxicación. El resto, todo muy rápido: médico-guardia-internación-Unidad de Cuidados Intensivos (UCI para los amigos y para la bata floreada que me pusieron).
Cuando llegué a la UCI (en silla de ruedas y con mi primer suero a cuestas) fui recibido por tres cincuentonas vestidas de enfermeras... eran las enfermeras. A modo de bienvenida me dijeron:

_¡Qué jovencito! - dijo una.
_Pensábamos que nos mandaban a un viejo. - expresó otra.
_Tan chiquito y con cetoacidosis... - me recordó el diagnóstico la tercera.

En mi sector de la UCI no había ningún otro enfermo, desde mi cama podía ver otras cuatro y, a mi izquierda, la entrada a la unidad a través de una pared vidriada que me hacía sentir como un pez en su pecera (pero sin Juan Luis Guerra).
No mucho más tarde se presentaron ante mí las dulces manos que más tarde recorrerían mi cuerpo para higienizarme por completo (cabe mencionar que a esa altura ya tenía suero en ambos brazos)...

_Buenas noches, me llamo Renato. - se presentó tímidamente.

Acto seguido sonó en el ambiente el tema "Bombón asesino", de Los Palmeras. Evidentemente era su celular.
Pensé en increparlo, porque a mí no me dejaron quedarme con mi teléfono, pero sólo le comenté que prefería ese ringtone al del médico de guardia, a quien a cada momento Sergio Denis le avisaba de algún llamado.
Más tarde comenzaron a llegar algunos compañeritos de sala. Primero lo hizo un señor mayor al que cada cinco minutos lo despertaban para preguntarle:

_¡Antonio! ¿Me escucha Antonio? ¿Cómo es su nombre?

En ese momento, tanto el pobre Antonio con su Alzheimer como yo, acertábamos al responder:

_Antonio...

El problema es que en seguida aumentaban el nivel de dificultad:

_¡Antonio! ¿Cómo es tu apellido?

Claro, pobre Antonio, no le tiran un centro...
Bien temprano, en la mañana siguiente, llegó otro convaleciente llamado Marcelo con su inigualable capacidad de ronquido, la cual se veía reforzada por lo que el mismo le definió al médico como un estado de "soñoliencia".
Mientras tanto yo estaba ahí, inmóvil, inevitablemente solo en el momento en que uno evita estar solo, o sea, en el momento en el que hay que hacer una autocrítica... una fuerte autocrítica.
Pasé todo un día más en ese sector de la clínica, y la mañana siguiente a ese día también.
Las dos mañanas que viví en la UCI fui visitado por un anciano sacerdote que llevaba un delantal sobre la sotana, y la estola sobre el delantal.
Su recorrido comenzaba por el lecho del pobre Antonio, quien en su inconsciencia ha tenido que soportar cada vez una nueva unción de los enfermos (se ve que el curita no le tenía fe).
Luego, como Marcelo dormía, venía a verme a mí. Decidió comenzar con una pregunta comprometedora:

_Buenos días hijo... ¿Eres católico?

Podría haber optado por una respuesta polémica, pero teniendo en cuenta que la clínica es propiedad de una congregación religiosa, y que yo no estaba en condiciones de ser echado, dije que sí.
Luego de una breve oración se despedía.
La segunda noche me cambiaron de enfermero. Esta vez, y más allá del buen trato que me brindó mi nuevo cuidador, decidí rechazar la oferta del baño, ya que el hombre medía como 2 mts., pesaba unos 120 kgs. y era macizo como pocos (sin mencionar algunas cicatrices en su cara). En definitiva, era la conjunción perfecta entre el neocelandés Lomu y Chilavert.
Finalmente, me trasladaron a una habitación común. En el momento de despedirme de la UCI, el jefe de los enfermeros me saludó tan amablemente como pudo:

_Tu caso es increíble. La verdad que en todos mis años de experiencia sos la persona más joven que atendí con cetoacidosis.
_Je, fue un placer y un orgullo. - le respondí antes de ser trasladado en camilla.

Desde que ingresé a la clínica he notado que la mayoría de quienes tratan conmigo tienen una imagen mía de delincuente, o drogadicto, o mala persona... al menos más de lo que lo soy. Nadie parece creerme nada de lo que digo, sin ir más lejos nadie pensaba que mi intoxicación podría haber sido con comida. El que más lejos llegó fue un camillero:

_ Fue con pastillas, ¿No?

En este momento, sin sueros (sueros, no Sueiros), pero hinchado como el Diego pre-cuasi-muerte, se supone que estoy iniciando una nueva vida. Más controlado, sin excesos, sin cigarrillo, con dieta, pero... ustedes saben...

¡YO ME CONOZCO!

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡ Ya no sabés que hacer para llamar la atención !!!

¡¡¡ EGOrdoCENTRISTA !!!


un saludo azucarado

ale dijo...
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ale dijo...

Comparto la opinion del compañero de color. Lo único que quiere es llamar la atención. Claro... el tiene una enfermedad que si se jode lo internan en terapia intensiva... ¡¿Y que nos queda a nosotros?! Por ejemplo, yo tengo problemas intestinales... y si estoy mal ¿Que pasa?, el único que se jode soy yo... ¡¡¡Y ni siquiera tengo un gordo de 120 kg para que me bañe!!!

¡¡JUSTICIA PARA LOS NO-DIABETICOS!!

Diego dijo...

Lamento haberlos molestado. En realidad sólo lo publiqué para que ciertas 2 personas que no me visitaron ni me saludaron por mi cumpleaños sepan de mí, jejeje.
Ahora, hablando en serio, necesitaba descargarme un poco en mi traumático paso de "diabético-no practicante" a "diabético ortodoxo".
Gracias por la repercusión, ahora no se cuelguen de mis senos.

Diego dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Diego dijo...
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Anónimo dijo...

Querido Diego, creo que olvidaste una de las mejores partes de tu estadia, que como buena persona que soy quiero compartirla con todos. No sé si recordas tu primera comunicación al salir de UCI. Fue muy bueno. De repente entro a la habitación y estaba una enfermera preguntando si sabias como te llamas y donde estabas. Ante lo que puedo pensar que se le confundieron los pacientes, que sufre Alzehimer o que para sorpresa de todos la diabetes produce tal sintoma. De todos modos contarlo así no es muy divertido pero juro que el momento fue muy bueno!

Anónimo dijo...

Imagino que la situación relatada no debe haber sido producto de la confución de una voluminosa enfermera, sino producto del estado de "deprorabilidad" en el que se encontraba el sujetoide en cuestión.

Diego: ¿estabas borracho de suero?

Ringo dijo...

este blog se ha vuelto un puterío

Diego dijo...

Calculo que todo forma parte de esa imagen de delincuente y drogadicto que tenían todos de mí en esa clínica, igual coincido en lo del puterío...

Alguien sabe de un local de lencería erótica???

Anónimo dijo...

Diego, la puta madreeee, que mierda te pasoooo... Espero que estes bien, que mierda es acetoasis... bueno cuidate, no te quiero perderrrrrr... ¿Che fue con pastillas? jajaja :)
abrazoooo. pety

lraggio dijo...

debes de conocerte un poco acelerado para prejuzgar...
igual te agradezco tu comentario en "reality bites" en mi puto blog, pero de ahi a decir que yo "no puede ser más que una persona que no hace nada y complota contra su propia vida para ir quedando fuera de la realidad" me parece que se te fue un poco la mano... y ademas de ofendertme, me da ganas de mandarte a la mierda... pero soy un tipo plural y lo que publico me lo banco... no creas todo lo que leas, generalmente la gente estira los conceptos para hacerlos mas interesantes.
espero que andes bien de la glucemia... saludos

lorenzo