26 enero 2007

Reflexiones de servilletas de papel - Crónica III

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¡ Que levante la mano el que no escucha conversaciones ajenas !
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En el supermercado, en el colectivo, en la cancha… cualquier espacio público es un potencial ámbito para realizar esta práctica tan noble como indiscreta. Sin embargo, hay un lugar que es mi preferido: los bares.
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Me pido un café con leche con una serie no determinada de medialunas de grasa y me preparo. Acomodo la silla, agarro una servilleta, mi birome y levanto la oreja.
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A lo largo de los años he logrado desarrollarme en esta disciplina… porque claro… yo la considero toda una disciplina, tiene un método, una sistematización y justamente lo que yo estoy haciendo hace unos años es crear un corpus teórico para las generaciones venideras… en sí… estoy creando una ciencia social nueva. Yo la llamo Chusmerío Deliberado de Desconocidos… y en el futuro los que se desarrollen en esta práctica la llamarán con mucho cariño la CDD... de sólo pensarlo se me pone la piel de gallina.
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Debo reconocer que esta disciplina por el momento no tiene un fin específico como la economía, la biología o el profesorado de educación física, simplemente uno lo hace para chusmear, para robar ideas, o quizá para darse cuenta que otra gente tiene mejores o peores vidas… nada más. En mi caso suelo utilizarla para tomar esos casos como referencia, casi como datos etnográficos (en este caso utilicé un término antropológico, ya que tal disciplina es una ciencia auxiliar de la CDD) para incluirlos en charlas en las que no tengo nada que decir. Por ejemplo me pasó de participar en una charla entre estudiantes de medicina, en la que me sentía totalmente excluído, entonces interrumpí oportunamente con una de las notas que extraje de uno de mis trabajos de campo:
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“…yo una vez escuché que a un tipo le salió un forúnculo entre el ano y los testículos…”
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Cuestión que de las miles de historias que recopilé, hay varias que merecen ser contadas, al menos comentadas… pero no acá, por su puesto. Un día voy a escribir un libro con todas ellas y cuando lo compres te vas a acordar de lo que estás leyendo ahora… y seguro que vas a pensar:
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- “¡Pero queíjo de puta este pibe… se está llenando de guita con historias ajenas!”
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Pero también vas a estar preocupad@, porque sin darte cuenta vas a empezar a leer y no vas a poder parar… pero no porque el libro sea bueno, sino porque vas a querer fijarte si alguna vez nos cruzamos en un bar, y vos, sin darte cuenta, dijiste algo que me hizo reir, algo que me dejó pensando o simplemente… algo que me haya horrorizado.
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2 comentarios:

J. Sereneider dijo...

Qué rica que era la Crush. Antes de que la comprara Coca-Cola y la hiciera dietética, claro.

Anónimo dijo...

se nota q este tipo tiene tiempo....
anotar conversasiones!!!!!
anda a laburar vagoo´por culpa de estos vagos de mierda el pais esta como esta