¿como te manejo sin que te des cuenta?
La vida social se va construyendo y ordenando gracias a distintos mecanismos que dan pautas de conducta y de respuesta a ciertas situaciones, algunos de ellos los reconocemos fácilmente, como es el caso de las leyes y normativas legislativas, pero hay otros que no son tan explícitos pero no dejan de cumplir un papel fundamental en lo que se suele llamar el “orden social”, son actores sociales que van legitimando distintos accionares y que regulan (dentro de lo que ellos pueden) los comportamientos de la sociedad. Uno estos actores es la fe.
Fe implica creer ciegamente en dogmas, es tener confianza en aquello que nadie puede explicar. ¿Cómo esto se puede convertir en un regulador social? Ya partiendo de esta definición, si debo tener confianza en algo inexplicable, sólo basta con modificar los dogmas para que sean funcionales a determinado grupo social, y se generará un gran impacto social en los fieles.
Así, muchos actos de los hombres se ven respaldados por algo metafísico, indiscutible y que está por encima de nuestro entendimiento. Por ejemplo, si creemos en un Dios que castiga a todo aquel que, según él, obra mal, por qué nosotros, que nos tenemos que parecer a él, no debemos castigar a quienes no obedecen; o si la Divinidad nos dice que debemos pasar por el cuchillo a todo aquel que no piense como nosotros, porque es una amenaza para la verdad absoluta, plantearemos entonces una guerra de la cual no calculamos las consecuencias.
Es la memoria y la reflexión la que nos muestra si vamos bien o no, quizás no haga falta buscar más allá para encontrar un equilibrio y consenso en la sociedad, no debemos temer al ensayo y error, siempre y cuando los errores no se conviertan en horrores evitables. La regulación debería darse sola una vez que la sociedad concuerde en parámetros y represalias para con aquellos que no se ajusten a ellos, y nosotros como actores sociales nos debemos responsabilizar por estas decisiones, en vez de encubrirlas en doctrinas metafísicas.
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